NUEVA YORK, NY.- Emma Coronel entró a la sala 15 minutos antes de que dos alguaciles trajeran a su esposo, Joaquín Guzmán Loera, a su segunda audiencia ante la corte federal del distrito este de Nueva York que la semana pasada le imputó 17 cargos de narcotráfico, lavado de dinero, secuestro y homicidio.
Estaba en la primera fila a la derecha, justo detrás del grupo de oficiales de la agencia antidrogas de estadounidense DEA que escoltaron a Guzmán durante su extradición, el pasado 20 de enero, desde una cárcel de máxima seguridad en Ciudad Juárez, México, hasta el Metropolitan Correctional Center (MCC) de bajo Manhattan.
'El Chapo' sonrió cuando al entrar barrió la sala con la mirada y encontró a su esposa sentada allí. Y volvió a sonreírle a la vuelta antes de que los guardias se lo llevaran de vuelta a prisión, vestido con el uniforme azul de los presos y las manos libres, al cabo de 50 minutos de debate sobre el estatus de su caso. No cruzaron ni una palabra. Emma Coronel posee doble nacionalidad, mexicana y estadounidense, y es la única entre el círculo de familiares de Guzmán que puede viajar a Estados Unidos.

De todo eso se quejaron sus defensores públicos este viernes ante el juez: de la dureza de sus condiciones de reclusión, en las que también la comunicación con sus abogados y consejeros es restringida; y de la nula información que han brindado las autoridades de Estados Unidos y México sobre los supuestos bajo los cuales fue autorizada su extradición a Nueva York, para ser juzgado en Brooklyn. "Solo tiene una hora al día para poder hablar con gente de afuera, una hora de ejercicio al día.
Creemos que debería poder reunirse con su familia, hacer llamadas a nuestra oficina. Las restricciones que tiene son excesivas", expuso ante el juez Brian M. Cogan la defensora Michelle Gelernt, quien junto a su colega Michael Schneider, ha procurado visitar a su cliente todos los días. Las autoridades del Metropolitan Correctional Center solo permiten que Guzmán tenga contacto con un selecto grupo de su equipo de defensores y consejeros: hasta ahora, dos abogados; y sigue pendiente de respuesta la autorización para dos asistentes legales. “No veo que estas visitas sean un riesgo para la seguridad. Estas medidas están impactando en nuestra habilidad para representar a nuestro cliente”, alegó Gelernt.

Del primer escape se cumplieron 16 años justo el día de su extradición: ocurrió el 19 de enero de 2001 y según la versión oficial, logró escabullirse del penal de Puente Grande, Jalisco, escondido en un carrito de lavandería. La segunda vez fue más épica: el 12 de julio de 2015 se evadió del penal del Altiplano a través de un túnel de kilómetro y medio que comenzaron a construir sus secuaces un año antes, en el mismo momento que fue trasladado a esa prisión.
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