domingo, 15 de octubre de 2017

'El Chapo' Guzmán y su esposa, Emma Coronel, en una corte de EEUU


NUEVA YORK, NY.- Emma Coronel entró a la sala 15 minutos antes de que dos alguaciles trajeran a su esposo, Joaquín Guzmán Loera, a su segunda audiencia ante la corte federal del distrito este de Nueva York que la semana pasada le imputó 17 cargos de narcotráfico, lavado de dinero, secuestro y homicidio.

Estaba en la primera fila a la derecha, justo detrás del grupo de oficiales de la agencia antidrogas de estadounidense DEA que escoltaron a Guzmán durante su extradición, el pasado 20 de enero, desde una cárcel de máxima seguridad en Ciudad Juárez, México, hasta el Metropolitan Correctional Center (MCC) de bajo Manhattan.

'El Chapo' sonrió cuando al entrar barrió la sala con la mirada y encontró a su esposa sentada allí. Y volvió a sonreírle a la vuelta antes de que los guardias se lo llevaran de vuelta a prisión, vestido con el uniforme azul de los presos y las manos libres, al cabo de 50 minutos de debate sobre el estatus de su caso. No cruzaron ni una palabra. Emma Coronel posee doble nacionalidad, mexicana y estadounidense, y es la única entre el círculo de familiares de Guzmán que puede viajar a Estados Unidos.

Los demás, incluyendo a sus defensores en México, no poseen visa; solo el abogado José Refugio Rodríguez tenía una y ahora está vencida. Desde que comenzó la operación de su traslado a Estados Unidos, Guzmán no ha tenido contacto de ningún tipo con sus familiares ni con sus abogados mexicanos, ni derecho a una llamada teléfonica. Según la descripción que hicieron sus defensores de oficio durante la audiencia y en los documentos que han enviado a la corte reclamando un mejor trato, 'El Chapo' pasa 23 horas del día en confinamiento solitario.

De todo eso se quejaron sus defensores públicos este viernes ante el juez: de la dureza de sus condiciones de reclusión, en las que también la comunicación con sus abogados y consejeros es restringida; y de la nula información que han brindado las autoridades de Estados Unidos y México sobre los supuestos bajo los cuales fue autorizada su extradición a Nueva York, para ser juzgado en Brooklyn. "Solo tiene una hora al día para poder hablar con gente de afuera, una hora de ejercicio al día.

Creemos que debería poder reunirse con su familia, hacer llamadas a nuestra oficina. Las restricciones que tiene son excesivas", expuso ante el juez Brian M. Cogan la defensora Michelle Gelernt, quien junto a su colega Michael Schneider, ha procurado visitar a su cliente todos los días. Las autoridades del Metropolitan Correctional Center solo permiten que Guzmán tenga contacto con un selecto grupo de su equipo de defensores y consejeros: hasta ahora, dos abogados; y sigue pendiente de respuesta la autorización para dos asistentes legales. “No veo que estas visitas sean un riesgo para la seguridad. Estas medidas están impactando en nuestra habilidad para representar a nuestro cliente”, alegó Gelernt.

El juez Cogan admitió que las circunstancias de reclusión de Guzmán Loera son especiales y acordó consultar con las autoridades de la prisión quiénes y bajo qué condiciones podrán visitar al acusado mientras dure su proceso. La aprehensión de la justicia y del gobierno de Estados Unidos y su preocupación por el riesgo de fuga no es infundada: el líder del cártel de Sinaloa se ha fugado en dos oportunidades de dos cárceles mexicanas de alta de seguridad.

 Del primer escape se cumplieron 16 años justo el día de su extradición: ocurrió el 19 de enero de 2001 y según la versión oficial, logró escabullirse del penal de Puente Grande, Jalisco, escondido en un carrito de lavandería. La segunda vez fue más épica: el 12 de julio de 2015 se evadió del penal del Altiplano a través de un túnel de kilómetro y medio que comenzaron a construir sus secuaces un año antes, en el mismo momento que fue trasladado a esa prisión.

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